Las tardes con jade entre rayos de sol,
aquellos minutos con complejo de tortuga,
y los restos de tu sombra en el asfalto viejo del portón de
azul.
¿Cómo el viento pueda traer de vuelta los sentimientos?
¿Cómo es posible que aún pueda leer entre líneas la sonrisa
maliciosa que guardas en el baúl de tu haber?
L piel ya solo es piel muerta,
Saliva que tiñe de miedos cada uno de los días del
calendario,
esos que aún se aferran al hierro cruel que guillotina la
última hebra de esperanza.
Dulces olores, resbalan como el más vulgar de los besos,
Componen en silencio el sonido del adiós más preciado,
Del más temido y el más ajeno.
El reflejo del agua sobre tu cabeza,
Como ahogándote en la agonía de no saber el camino de
regreso a casa,
De apoco tus ojos ven con nuevas pupilas,
Los colores son todos nuevos, vacíos de historias y sabores,
Como si volvieras a empezar.
Y el tacto… ese cruel asesino,
Tan quieto e inmóvil como lagrimas comprimidas,
O tan benévolo como tus labios pronunciando un perdón,
Descansa improbable de conocer los surcos de los vellos de
tu piel.
Pero yo los conozco, no los he olvidado,
No podría semejante blasfemia del yo…
imposible negar que algunos poros de mi alma aún reclaman
tus besos.
Estúpidos engreídos,
Solo saben alabar dentro de su incredulidad,
No los notes y vuelve a tu camino,
Anda sobre arena y despeina el tiempo,
Todo debe volver a su lugar.
Deja de mojar tus labios... ya es hora de partir.